domingo, 12 de febrero de 2012

Apple: Un “mordisco” al éxito.

Tengo un amigo, productor musical, al que hace unos años le preguntaron en una entrevista: “¿Qué es lo que nunca falta en tu maleta?” Sin entrar a valorar la originalidad de la cuestión, o su pertinencia en un cuestionario para un tío que hace música independiente (¿no suena un poco a la típica pregunta que te encontrarías ojeando una entrevista a Hugo Silva en el “Nuevo Vale”, mientras esperas a que te corten el pelo?),  el caso es que contestó sin dudarlo: “¡Mi Ipod Touch!”. Teniendo en cuenta que en aquel momento el ahora olvidado Ipod Touch había aparecido en España hacía solamente unas semanas (mi amigo es de los que hicieron cola la noche anterior para comprarlo –como de hecho, sigue haciéndola para llevarse el último Iphone-), deduje que aquellas personas que leyeran la entrevista, pensarían, o bien que el muchacho se había aburrido horrores durante todos los viajes de toda su vida hasta la aparición del juguete, o bien no había salido de Barrio del Pilar hasta hacía tres semanas.
Esta patética, a la par que curiosa anécdota, podría ser una buena metáfora de la clave del éxito de Apple y de su fundador, Steve Jobs, entre el público. Sus productos no son meras ofertas tecnológicas en un mercado repleto de ellas; para mucha gente son, realmente, algo “a lo que agarrarse”. Estos gadgets no sólo definen las características de un consumidor, sino que lo hacen también de una forma de vida. Mi amigo usó su “Ipod Touch” (con nombre y apellido; nada de “música portátil”, o “mi mp3”) para describirse a sí mismo de forma rápida y concisa. Nunca, ningún producto de ninguna otra compañía tuvo tanta personalidad, ni dotó, a su vez, de tanta personalidad a un usuario. Tener el último producto Apple es estar a la moda; es ser cosmopolita y elegante, demostrar que tienes inquietudes, que estás atento; que eres joven (o al menos lo suficiente para que no te de miedo la última tecnología) emprendedor, dinámico y te mueves rápido. Y que tienes pasta. En definitiva, que eres un crack.
Pero, ¿cómo logró el difunto Steve Jobs hacer que Apple sea líder en cotización, y haya gente en el mundo que venda un riñón (literalmente) para comprar uno de sus productos?  En mi opinión, hay tres claves fundamentales para su éxito.
La primera, ese misterio “místico” que rodeaba todas las acciones de Steve Jobs. Esta era (y es) la primera parte de la inteligente acción de marketing de los de Apple. Mucho se ha hablado ya de las estrictas medidas de seguridad de la compañía hacia sus empleados en el momento de preparar un nuevo diseño (cámaras, micrófonos y cacheos constantes;  de hecho, no entiendo cómo los herederos de Jobs no han reclamado aún derechos de autoría a Gran Hermano). Además, a los currelas se les daba diferente información falsa de forma individual, para que, en caso de que hubiera una filtración, se supiera quién se había ido de la lengua. Un auténtico genio de lo retorcido, el bueno de Steve. Pero independientemente de esto, la clave de la maniobra es que, exactamente tres meses antes de la fecha de lanzamiento del producto terminado, Apple siempre filtra una píldora de información correcta que genera una expectación tremenda entre el público. Esa “aguja hipodérmica” hace que, en el momento del lanzamiento del producto, el público ya esté ansioso por llegar a la siguiente base de la tecnología. Nuevo “home round” para Steve Jobs.
La segunda, es el diseño de sus productos, entendiendo por “diseño” desde la elegante estética de su envoltura, a la simplicidad de su manejo interno. Apple pone una bellísima tecnología al alcance de cualquiera. El diseño ergonómico de un mac-book, por ejemplo, hace que abrirlo ya sea toda una experiencia; no digamos manejarlo. Es la clase de producto que hace que uno tire de cámara de fotos. Un mac-book se merece un reportaje gráfico en sí mismo; una foto abierto, ahora cerrado, ahora una así, de escorzo…. Los productos de Apple hacen que abras la persiana para que le dé más luz al bicho. Y son los únicos que motivan este tipo de acciones. Al fin y al cabo, nunca hemos visto a nadie fotografiado junto a su PC en un muro de Facebook, ¿verdad?
Y sin duda, la tercera clave es la figura del propio Steve Jobs. Profeta en vida, en su muerte ha sido elevado a la categoría de Dios. El empresario representó la imagen del triunfador autodidacta y soñador. Hablar de su personalidad merecería un post aparte, pero capítulos de su vida como el famoso discurso en la Universidad de Stanford ya forman parte de la cultura popular, y sirven de guía a millones de personas en todo el mundo. De hecho, la cultura Apple se va pareciendo cada vez más a una religión; y, más de hecho todavía, se está acercando peligrosamente al movimiento sectáreo en algunas ramas del negocio (esto lo digo porque un día, coincidí en un bar con un trabajador de un Apple Store, y entre vapores etílicos, me puso al corriente de las prácticas de “formación” a las que deben hacer frente los empleados).
Pero esa, sin duda, también es otra historia. Me apetece una manzana.

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