lunes, 20 de febrero de 2012

Copy - Paste: La carrera de Bill Gates.

Hace unos cuantos años, mis amigos y yo solíamos reunirnos cada sábado por la noche en casa de alguno de nosotros para ver películas de Van Damme, comer Cheetos , hablar mucho de chicas y estar poco con ellas. Cada fin de semana alternábamos el punto de encuentro, pero cuando Aitor se compró el ordenador, su casa se convirtió en la elección habitual. Paulatinamente, fuimos abandonando las tollinas de Jean-Claude, los ganchitos color naranja (manchaban el teclado y el ratón, pero probablemente fueron sustituidos por algún sucedáneo que no dejara rastro), y las conversaciones sobre chicas. Quizá esto último no, pero las combinamos sabiamente con el manejo del PC (mientras uno manipulaba, los demás hablaban a sus espaldas, esperando pacientemente su turno).
El caso es que, por aquellos entonces, en mi mente nocillera caló hondo aquel maquinón que los padres de Aitor le habían regalado a su vástago con grandes esfuerzos económicos y físicos (pedazo de monitor se gastaba). Pero lo que más me fascinaba, no eran los juegos que venían de serie en el sistema operativo (¡¡Buscaminas power!!) ni poder ver videos en pantalla, ni machacar a mis amigos en el Fifa; lo que me dejaba loco era la función de Copy-Paste. Ni más, ni menos. Me encantaba pulsar Ctrl+C, Ctrl+V. Y arrastrar los iconos. Y moverlos de una carpeta a otra. Me hacía sentir  un poder inusitado. Cada vez que hacía una “New Folder”, me sentía como una especie de Dios de la creación con exceso de glucosa en sangre.
Aparte de por confesar que mis amigos y yo superábamos ampliamente el  level 10 de losers cuando éramos adolescentes, cuento esto porque me parece que hay cierta conexión entre ese Copy –Paste (la que, para mí, era la función estrella del Windows 95 del PC de Aitor) y el éxito de su creador, Bill Gates.
Analizar la clave del éxito del nerd de Seattle, es, en mi opinión, relativamente simple. Su invento no es el mejor; su software está muy lejos de ser perfecto. ¿Cuál es el secreto?  Bill Gates ha sabido jugar sus cartas como nadie en el mundo empresarial. Puede que no haya sido el tipo más creativo del mundo, pero desde luego es el hombre de negocios más inteligente y astuto que se pueda imaginar. Bill Gates hizo dos movimientos clave que, a la larga, le han convertido en lo que es; el primero, entrar en contacto con IBM. Gates convenció a la cúpula de la mega-empresa de ordenadores de que necesitaban un lenguaje en sus máquinas como el que él poseía (esto lo hizo cuando aún no había diseñado el sistema operativo). Y el segundo, comprarle el sistema operativo QDOS (Quick and Dirty Operating System) a su creador Tim Patterson , por una cifra irrisoria (50.000 $). La cesión de este nuevo software, renombrado MS-DOS, a IBM para implantarlo como sistema operativo en todos sus ordenadores en el mercado, y la forma de negociar el acuerdo (no fue una venta de licencia; Microsoft cedió Windows a IBM a cambio de un royaltie por unidad vendida , un cánon por cada PC con Windows que saliera de tienda, lo que, además, le garantizaba poder ofrecer su software a otras empresas, lo que posibilitó que, para el año 1984, ya hubieran vendido 200), sentaron las bases para que Bill Gates sea, a día de hoy, la segunda persona más rica del mundo (por detrás de Carlos Slim, empresario mexicano con el que el propio Gates tiene negocios).
Ese fue el primer gran Copy-Paste de Bill Gates; el segundo, fue el de la interfaz de Macintosh.
Me fascina la forma en la que el presidente de Microsoft ha sabido ganarse la confianza de todos sus adversarios/víctimas en el mundo empresarial, para después clavársela por detrás como si tal cosa; por ello, me reafirmo en la inteligencia de sus movimientos, y en su valor incuestionable como hombre de negocios.  
Bill Gates entró en contacto con Steve Jobs en el momento clave; Apple ultimaba los detalles de su nuevo y revolucionario ordenador, Macintosh.  La historia de la relación entre ambos es fascinante; Bill Gates supo ganarse la confianza de Steve Jobs convenciéndole de que su voluntad era ayudarle a mejorar su sistema operativo, estableciendo incluso una especie de vínculo amistoso. Jobs accedió al acuerdo; Microsoft trabajaría para Apple en diseño de programas. Un trato fundamental para que Bill y los suyos terminaran de desarrollar paralelamente sus aplicaciones Word, Excel y Works, y perfeccionaran la interfaz de Windows, directamente “inspirada” en la del Mac del viejo Steve Jobs. El nuevo Copy-Paste se había producido.
¿Qué más da que los usuarios de Windows descubran forzosamente la mágica combinación Ctrl + Alt + Sup, casi antes que la función de apagado? Bill Gates es como ese vendedor ambulante de elixir mágico que salía en las películas del oeste hablando por un megáfono a todo un pueblo congregado en torno a su carromato; solo que éste, ha congregado a su alrededor al mundo entero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario